miércoles, 22 de junio de 2011

Durante toda la vida buscas a alguien que te entienda, que te quiera, que no te haga daño, que te trate bien... Sí, todo eso es muy bonito, pero no existe. Puede que la culpa de tal idealismo de romanticismo cutre sean los libros, la televisión, la cultura en general... quién sabe. El caso es que casi todo el mundo vive con el fin de encontrar alguien así, buscando frenéticamente sin darse cuenta de que se les pasa el tiempo, un tiempo que podrían aprovechar y dedicarse a sí mismos en lugar de entregarse a la desesperada búsqueda de quimeras.
Yo ya he aprendido que tanto una pareja, como tu familia, como los amigos, compañeros, conocidos e incluso desconocidos no cumplen esas condiciones para siempre. Porque la gente, aunque pueda sonar descorazonador y carente de esperanza, SIEMPRE te decepciona. Da igual quién, da igual cómo. Siempre. Y nuestra tarea no debería consistir en buscar a alguien que logre no decepionarnos, porque eso no es posible. El ser humano tiene la gran capacidad de formarse expectativas no demasiado acordes con su realidad, sino bastante por encima. Nuestro objetivo debería ser buscar a alguien que nos decepcione, pero que eso tenga importancia para él o ella.
Al fin y al cabo, todo rota en torno a importarle a los demás, a ser querido. Pues bien, aunque sean pocas personas las que hay así por el mundo, por tu mundo, siempre habrá alguien que te hará daño pero, si es consciente de ello, se odiará por haberlo hecho. Eso es lo que realmente cuenta en las relaciones humanas. Es imposible no equivocarse, pero es necesario remendar el error.

Comprensión

Hablas con la gente cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. Construyes frases de relativo sentido para superar la mañana. Diseñas expresiones ajenas para atravesar la tarde. Otro día más que ha pasado sin darte cuenta, justo como pretendías. Todo gracias a una cutre interpretación con la que te acabas fusionando. Teatro barato. Verborrea.
Pero nadie se da cuenta. Sólo tú te preguntas desde el escenario si tan convincente es tu actuación o tan ocupados están los demás ignorándote.