miércoles, 23 de abril de 2014

Tiempo y existencia

"Decididamente ese sentimiento de aventuras no procede de los acontecimientos: ya tenemos la prueba. Más bien es la manera de encadenarse los instantes. Creo que esto es lo que pasa: de pronto uno siente que el tiempo transcurre, que cada instante conduce a otro, éste a otro y así sucesivamente, que cada instante se aniquila, que no vale la pena intentar retenerlo, etc., etc. Y entonces atribuimos esta propiedad a los acontecimientos que se presentan en los instantes; lo que pertenece a la forma lo referimos al contenido."

"Me zumbaban de existencia los oídos, mi misma carne palpitaba y se entreabría, se abandonaba a la brotadura universal; era repugnante. "¿Pero por qué, pensaba yo, por qué tantas existencias, si todas se parecen?" ¿A santo de qué tantos árboles todos parecidos, tantas existencias frustradas y obstinadamente recomenzadas y de nuevo frustradas, como los torpes esfuerzos de un insecto caído de espaldas? (Yo era uno de esos esfuerzos.)"

viernes, 4 de abril de 2014

Oro reflectante bañaba la ciudad. La gran ciudad que parecía jugar con la oscuridad mediante luces fluctuantes. Las vistas eran impresionantes. Tanto que abrían ese vacío interior que te dejan las grandes ciudades sumidas en la noche pero no dormidas.
Éramos dos sombras cogidas de la mano, dos muñecos más de ese juego indiferente a nosotros. No. No éramos dos muñecos más. Tú y yo jamás fuimos dos sombras más, al menos cuando estábamos juntos. Seguíamos siendo sombras, pero teníamos otro color. Quizá fuésemos aparentemente normales, intercambiables con otras siluetas nocturnas, pero tú y yo sabemos que no es así. Era una reacción química, un escalofrío, una carcajada, una caricia. Era todo. Sentía que no necesitábamos luz para vernos y estar juntos; ni el más negro rincón lograría perdernos con el resto de sombras y separarnos. Estábamos demasiado juntos.
Ahora soy sólo una sombra. ¿Seguro? No lo sé, no lo tengo claro. ¿Te perdí bajo la luz de la luna o ha sido todo un sueño? Mi memoria sólo me deja acceder a las sonrisas y las estupideces. A los abrazos. A todas las veces en las que nos fundimos en una sola sombra temblorosa y agitada. ¿Era real? No puedo confiar en mí mismo.
Me cruzo con otras sombras y las miro con resignación. Ahora sí soy una sombra más en medio de una ciudad, otra marioneta de un juego que me ha llevado a perder. ¿Ha sido así? Sólo sé que no siento nada excepto la ausencia y una mano fría. La mano que antes te servía de apoyo y ahora se siente sola.