viernes, 13 de julio de 2012

The memories ease the pain inside, now i know why

Es curioso cómo asociamos ciertas cosas en nuestra cabeza. Cómo, sin darnos cuenta, algún hecho de nuestra vida queda inevitablemente ligado a un olor, una canción, unas palabras, un lugar, una persona, un color... Y parece mentira que muchos años más tarde ese estímulo en principio inocuo pueda desenredar en tu interior un súbito atraganto de recuerdos y emociones reencontradas.
Además los seres humanos tenemos la increíble habilidad de recordarlo todo como mucho más "bonito" o "feliz" de lo que en realidad fue. De ahí la frase de "cualquier tiempo pasado fue mejor". Lo cierto es que hay recuerdos que no parecen felices, claro está, pero si lo piensas fríamente descubrirás que en realidad aquel momento fue mucho más triste o intenso de lo que recuerdas. Al cabo de un tiempo sólo queda una sombra de lo que fue, de lo que fuiste. Da miedo saber que pase lo que pase, de alguna manera, falseamos nuestros propios recuerdos, boicoteamos nuestra memoria sin apenas darnos cuenta, pero es así.
Hoy me han asaltado miles de recuerdos de mi infancia a raíz de una canción que, de nuevo, inevitablemente asocié a los veranos en mi pueblo: Las intros de Dragon Ball. Y no lo hice queriendo, simplemente en aquella época yo me levantaba a las 7 de la mañana para ver mis dibujos favoritos porque más tarde, después de desayunar, podía ir con mi "pandilla" a jugar todo el día sin vigilancia (mi pueblo es MUY pequeño y nunca necesité de atención adulta). Recuerdo que me lo pasaba genial, todo el día recreando capítulos, comentando luchas, andando en bicicleta... ¿es eso real? En parte sí, supongo. Todas las imágenes que recuerdo son claramente reales, pero los sentimientos asociadas a ellas son ya de más dudosa reputación. Estoy completamente seguro de que nada era tan perfecto como ahora me parece, y de que incluso, había días en los que lo pasé muy mal. Pero simplemente no lo recuerdo. Inconscientemente he hecho un promedio con todas mis experiencias de la infancia en los veranos de mi pueblo y la felicidad se ha proclamado vencedora en todos y cada uno de mis recuerdos, distorsionándolos. Es por eso que, aunque lo era de todas formas, ahora estoy aún más seguro de que fue la época más feliz de mi vida.
Sin embargo, estos tintes de alegría pueden tener una función lógica. ¿Cuál? Supongo que no permitir que la persona se rinda. Falsear la realidad de forma que no nos resulte tan intimidatoria ni cruel. Así, la vida parece más alentadora, ¿verdad? Piensas en el pasado y nada fue realmente malo, nada duele tanto como en el momento en el que ocurrió. Hemos generado una especie de anestesia natural que se inyecta en cada uno de nuestros recuerdos y que atenúa las emociones negativas a las que van ligados y da intensidad a las positivas. Seguir adelante, entonces, ya no resulta tan complicado.


martes, 10 de julio de 2012

Oro parece, plata no es.

Llegas a casa y, como no, empiezas a pensar. Grandes cuestiones (pre)ocupan mi cabeza y no veo que sea así para los demás. Parece que nadie se inmuta ante el inminente cambio. Parece que soy yo el que debe sacrificarse por llegar a los otros.
Y me jode. Me jode ver que a pesar de todo, hay cosas que parecen no desaparecer nunca. Cuando parece que te has deshecho de determinadas personas nocivas, otras ocupan sus papeles. Y una vez más te mueves en un mundo frío y distante en el que todos te miran como si no te conocieran y como si no les importase quién eres ni qué quieres. O a quién quieres.
Te decepciona saber que incluso las personas que jamás creías que verías de esa forma se acercan a lo que tú te resistes a creer. Pero es así. Las prioridades de cada persona se evidencian y... ¡vaya! Lo siento, parece que tú no estás entre ellas. 
Me observo y me siento estúpido por mi ingenuidad. Me sorprendo de algo que, al fin y al cabo, no es nada nuevo. Pero supongo que a veces me gusta olvidarlo. Me gusta pensar que la realidad es menos dura de lo que es. Me gusta jugar a imaginar. Una pena que sea un juego al que es imposible ganar.