domingo, 10 de abril de 2011

So I start a revolution from my bed.

Últimamente tengo siempre ganas de escribir, pero no sé plasmar lo que quiero. Cuesta estrujar los pensamientos hasta que la última gota caiga sobre el papel, o en este caso, el teclado.
Pero no puedo evitar a la misma historia de siempre, a septiembre. La apatía. La indiferencia. La neutralidad. ¿Hay algo peor que eso?
Tanto tiempo sin cambios, sin nada que de un vuelco a mi vida. En esta ciudad envenenada de pasado nada cambia, y a veces parece que me he quedado atascado reviviendo el mismo día una y otra y otra vez. Como en una de esas películas americanas. La diferencia es que en la película siempre encentran el modo de romper el círculo, pero en mi caso es más complejo.
Hay tantas cosas esperándome ahí fuera, y tantas cosas de las que me quiero olvidar aquí... Ojalá pudiera quedarme y ser feliz, tener una mentalidad simple y conformarme con poca cosa, pasear por ciertas calles sin que me entren ganas de pegarle patadas a algo y volver a casa sin respirar la ponzoña que el viento mece a través de este túnel de recuerdos acabados.
Si  hay algo más para mí en esta jodida ciudad está tardando demasiado en aparecer, y me estoy cansando de esperar. No digo que vaya salir fuera a buscar algo que aquí no hay, ya me he resignado a dejar de buscar cosas que no voy a encontrar, se trata simplemente de salir de este pozo de rutina y películas en blanco y negro. De irme lejos sin pensar en lo que me dejo, sino en lo que me espera. De romper con todo. De olvidar esta maldita ciudad y sus estúpidos habitantes.

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