Puede que no te lo parezca, puede que pienses que hay alguien realmente imprescindible en tu vida, alguien sin el que no podrías vivir. Yo lo pensaba. Pero poco a poco el humo se disipa y ves el mundo con mucha más claridad. Miras con objetividad alrededor y te das cuenta de que no es necesario seguir sufriendo por ciertas cosas; no compensa.
Y no te hace falta una pérdida de memoria total para saber qué personas estarán ahí para tí y cuáles no. Cuesta aceptar que algunos amigos no sean lo que tú siempre habías pensado, cuesta aceptar que no vaya a ser igual que antes, y sobre todo cuesta pensar que todos esos buenos recuerdos serán al final los que más daño te hagan mirando la diferencia con el presente.
Y ese conjunto de dolor, traición, ira, pena, rabia, melancolía, indiferencia, contradicción, caos y más dolor te empujará a dar el paso para darte cuenta de que no dependes de nadie más que de tí. Es en ese momento en el que realmente sabes lo que debes hacer a pesar de que duela.
Porque yo me he cansado de ser gilipollas, y tú nunca te cansarás de tener mucha cara y aprovecharte de mí.
Por eso hoy soy independiente.
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